Tras la época inviernal, cuando el olivar ya ha sido cosechado y podado, los agricultores realizan una serie de tratamientos fitosanitarios que ayudan a los árboles a mejorar su proceso de crecimiento y desarrollo, así como también a prevenir determinadas enfermedades, como por ejemplo la mosca del olivo, la polilla del olivo y el repilo.
Por lo general estas actividades se realizan a mediados del mes de marzo, y uno de sus objetivos fundamentales es preparar las condiciones para que el olivar crezca y cuaje adecuadamente.
En este sentido, a inicios de la primavera, el olivar comienza con su proceso de floración, para luego dar paso a la formación del racimo, por esta razón los técnicos agrícolas recomiendan la aplicación de productos bioestimulantes que refuercen la calidad de la floración y del cuajado final del fruto.
De esta forma, la atención del olivar después del invierno, no sólo se enmarca en la actividad preventiva contra las posibles plagas o enfermedades, sino que además engloba el suministro de productos que mejoran el metabolismo de la planta, activan los diferentes procesos fisiológicos e incrementan su capacidad de producción.